Conoce Tus Derechos

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Para defender nuestra comunidad, lo mejor es conocer y defender nuestros derechos.

Por Carolina Mendez | Jan 23, 2025

De cápsulas de siesta a saludos nazis: El giro de Silicon Valley hacia el autoritarismo

La inauguración de Trump tuvo lugar el lunes, y aunque él afirma que representa a la clase trabajadora, no eran trabajadores los que estaban sentados a su lado. Eran los multimillonarios de la tecnología que donaron millones para asegurar su reelección. Al frente y en el centro, mientras algunos gobernadores eran apartados a una sala llena de personas, estos multimillonarios ocupaban la primera fila.

Una inauguración para el 1% 

Mark Zuckerberg, de Meta, Jeff Bezos, de Amazon, Sundar Pichai, de Alphabet, y Elon Musk, megadonante de Trump, ocuparon asientos preferentes en la alineación inaugural. Tim Cook, de Apple, y Sergey Brin, cofundador de Google, también formaban parte de la tripulación, aunque sentados más atrás en la rotonda.

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Su presencia en el centro del poder no es un accidente, sino el reflejo de una oligarquía tecnológica que está remodelando el panorama político para servir a los intereses de unos pocos a expensas de todos los demás.

A pesar de todo lo que no se dijo durante el discurso de despedida de Biden la semana pasada, una advertencia que sí resuena es que el sombrío ascenso de una oligarquía tecnológica está empeorando la vida de todos. Está desdibujando las fronteras entre las empresas y el Estado, y concentrando un poder desmedido que nunca antes habíamos visto. Los multimillonarios que están detrás de la Gran Tecnología -Elon Musk, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos y su pandilla de “wannabes”- nos vendieron en su momento la falsa idea de que estaban aquí para «salvar el mundo».

Solo basta con echar un vistazo alrededor y verás que es mentira. No están moldeando el futuro. Lo están amañando a su favor y haciendo que el resto paguemos el precio.

Estos “bros” de la tecnología han convertido Silicon Valley en todo lo que pretendía derrumbar. Lo que antes se promocionaba como un centro de innovación y progreso es ahora el motor que nos conduce hacia la destrucción, impulsado por la avaricia corporativa, la explotación masiva y el control. El mundo tecnológico nos prometió conexión, entretenimiento y soluciones audaces a los mayores problemas a los que nos enfrentamos. En lugar de eso, nos trajo una catástrofe medioambiental, un Estado de vigilancia ampliado y polarización política. La marca progresista de los primeros tiempos -pensemos en las cápsulas de siesta y la kombucha gratuita en los campus de Google- ha dado paso a algo mucho más oscuro: la amplificación de las teorías de conspiración de extrema derecha, el acaparamiento de una riqueza obscena y el uso de sus plataformas para manipularlo todo, desde las elecciones hasta la opinión pública.

Pero eso no es nada nuevo. Desde el principio, fueron promesas vacías, y solo tenemos que echar un vistazo al aburguesamiento de la zona de la bahía, al desplazamiento de las comunidades de clase trabajadora, al aumento vertiginoso del coste de la vivienda y cómo dependen de la explotación laboral mediante apps como DoorDash, Lyft, Uber, Instacart y más.

Los efectos del autoritarismo tecnológico 

Está claro: el daño que están causando es personal. Son nuestros datos los que están extrayendo y vendiendo al mejor postor, rastreando cada clic, cada mensaje, cada movimiento. Es nuestra tierra la que están destrozando para extraer metales raros para sus dispositivos y entrenar su IA. Son nuestras comunidades las que están destrozando, armando algoritmos para difundir desinformación, amplificar el odio y enfrentarnos unos a otros.

Es hora de llamarlo por su nombre: una oligarquía tecnológica, construida sobre recursos robados, beneficios sin control y abuso de poder. Estos multimillonarios no están aquí para salvar el mundo, sino para controlarlo. Y todo a costa de la seguridad de nuestro planeta, la seguridad de nuestros datos y el Buenvivir de nuestra gente.

Pero mientras los titanes tecnológicos y la Gran Tecnología intentan dominarnos y mantenernos abajo, nuestras comunidades siempre han resistido. Hemos luchado contra todos los sistemas diseñados para explotarnos y dividirnos, y también lucharemos contra esta oleada. Ya hemos estado aquí antes y, con una segunda presidencia de Trump, sabemos que lo que está en juego será cada vez más importante. Conocemos su libro de jugadas: dividir, explotar, enriquecerse. Pero también conocemos el nuestro: organizarnos, resistir y construir el futuro que merecemos.

Aun así, vale la pena preguntarse: ¿cómo llegamos aquí? La progresiva consolidación del poder entre las grandes empresas tecnológicas y la política autoritaria no se ha producido de la noche a la mañana. Lleva años gestándose, pero el cambio se hizo imposible de ignorar cuando Elon Musk se hizo cargo de X (antes Twitter). Su toma de control de la plataforma se convirtió en un caso práctico de extralimitación empresarial y censura política.  Desde el principio, quedó claro que el autoproclamado compromiso de Musk con la «libertad de expresión» siempre fue una fachada. Musk demostró su voluntad de silenciar a los críticos, amplificar las teorías conspirativas de extrema derecha, prohibir el acceso a periodistas francos y convertir su plataforma en un arma al servicio de su propia agenda.

Redes sociales, cambios conservadores y el poder de los beneficios

Si avanzamos hasta ahora, ya no se trata sólo de que Elon Musk retuitee memes de mal gusto. El daño ha crecido, y su libro de jugadas se está extendiendo. Meta acaba de anunciar que va a cerrar su sistema de comprobación de hechos en favor de un sistema de «notas de la comunidad», copiando el sistema de X de Musk. Zuckerberg incluso calificó las pasadas elecciones de «punto de inflexión cultural» al introducir cambios en su política que sólo facilitan que prospere la desinformación.

Más audazmente, TikTok, la misma aplicación que la administración de Trump intentó prohibir anteriormente, canta ahora sus alabanzas. En un comunicado, TikTok dio crédito a Trump por la «claridad» que permitió a la aplicación permanecer en Estados Unidos, calificándolo de victoria para la Primera Enmienda y comprometiéndose a trabajar con él en un plan a más largo plazo. Los usuarios que consultaron su FYP (“For You Page”) tras la prohibición también recibieron un mensaje emergente en el que se daba las gracias directamente a Trump por «restaurar» la aplicación. 

Cuando Trump salía de una rueda de prensa celebrada en la Casa Blanca el miércoles, en la que explicaba la serie de órdenes ejecutivas que había firmado, un periodista le preguntó por TikTok. Trump mencionó casualmente que estaría abierto a que Elon Musk comprara la aplicación. Al salir, le preguntaron si tenía la aplicación descargada en su teléfono. Hizo una breve pausa antes de responder: «No, pero voy a hacerlo hoy mismo». En la puerta, no pudo resistirse a presumir: «De nuevo, por cierto, hemos ganado el voto joven. Creo que lo gané a través de TikTok. Así que tengo un lugar muy cálido en mi corazón para TikTok». (Como era de esperar, no ganó el voto joven. Harris le ganó entre los votantes menores de 30 años por 51 a 47 por ciento).

Ahora estamos en una realidad totalmente nueva. No son sólo las empresas tecnológicas las que ceden a la presión autoritaria. Se están alineando con ella, y la están alabando

Las consecuencias climáticas de la IA

Con asientos de primera fila en la toma de posesión, espacios para hablar que incluían a Musk haciendo un descarado saludo nazi, y su agenda resonando en todo el escenario nacional, está claro que sus inversiones están dando sus frutos

Y estamos pagando el precio de unos daños que van mucho más allá de la Casa Blanca: no hay más que ver la inteligencia artificial y la expansión del Estado de vigilancia. La IA de las grandes empresas tecnológicas está acelerando la crisis climática, perjudicando desproporcionadamente a las comunidades vulnerables. Y esto es especialmente cierto para las personas de color, que ya soportan la peor parte de los desastres relacionados con el clima.

Detrás de estas brillantes promesas de innovación se esconden costos medioambientales devastadores. Los centros de datos de IA consumen enormes cantidades de agua y electricidad, nueve de cada diez veces son extraídas de zonas que ya enfrentan la escasez de recursos. La refrigeración de estos centros requiere millones de litros de agua, agotando las regiones afectadas por la sequía y desestabilizando los ecosistemas. Mientras tanto, la demanda de energía para entrenar los modelos de IA está aumentando las emisiones a un ritmo nunca antes visto, lo que convierte a empresas como Google y Microsoft en grandes contribuyentes al cambio climático.

Y, como siempre, son las comunidades más amenazadas -los barrios con rentas bajas, las personas indígenas que cuidan de estas tierras y comunidades de color- las que están pagando el precio más alto.

A medida que las grandes empresas tecnológicas aceleran la destrucción del medio ambiente, también intensifican su control sobre nosotros mediante la expansión del Estado de vigilancia. Empresas como Google, Meta, Amazon, Microsoft y X han construido sus imperios sobre el capitalismo de la vigilancia, convirtiendo nuestros datos personales en su activo más rentable. Cada interacción -cada búsqueda, clic o mensaje- es rastreada, analizada y vendida.

Mientras los legisladores estadounidenses se sentaban en audiencias y demonizaban a TikTok como una amenaza para la seguridad nacional, empresas como Meta, Google y Amazon siguen explotando los datos de los usuarios a una escala mucho mayor, a menudo con muy poca regulación o supervisión. La xenofobia (como este intercambio entre el senador Tom Cotton y el director ejecutivo de TikTok, Shou Chew) que impulsa el debate en torno a una prohibición de TikTok ignora convenientemente que estas mismas prácticas son el núcleo exacto de los modelos de negocio de las empresas tecnológicas estadounidenses.

El crecimiento del Estado de vigilancia impulsado por la tecnología 

Y es que para ellos no basta con extraer nuestros datos: ahora los están convirtiendo literalmente en armas contra nosotros. Las herramientas de vigilancia, como el software de reconocimiento facial de Clearview AI, está pagando millones en indemnizaciones por crear bases de datos ilegales utilizando nuestras imágenes sin nuestro consentimiento. Ring, de Amazon, ha creado la mayor red de vigilancia civil de la historia de EE.UU., permitiendo a las fuerzas de seguridad acceder a las grabaciones sin orden judicial y convirtiendo los barrios en zonas vigiladas. Incluso la tecnología comercializada para la «seguridad pública», como ShotSpotter, ha provocado detenciones falsas y acciones policiales inconstitucionales. Esta vigilancia incesante reprime la disidencia, alimenta la opresión sistémica y normaliza un mundo en el que nuestra privacidad no existe en la forma en que antes la entendíamos.

La influencia de las grandes empresas tecnológicas puede parecer demasiado para que se haga cargo de ella una sola persona. Eso es porque lo es. No de un modo inevitable, sino de un modo que nos hace comprender que siempre hemos estado en la lucha juntos, y que somos más fuertes cuando nos unimos. Nuestras comunidades siempre han encontrado formas de defenderse, denunciando los daños, creando coaliciones y exigiendo cambios.Cuando empresas como Amazon y Palantir alimentaron la máquina de deportaciones del ICE, la campañade Mijente No Tech for ICE denunció su papel en la automatización del daño, desencadenando un movimiento para que rindieran cuentas.

A través de nuestro informe conjunto con Just Futures Law, Automating Deportation, hemos mostrado cómo la IA y las herramientas de vigilancia se convierten en armas contra las comunidades inmigrantes, y hemos seguido oponiéndonos. Nuestras victorias compartidas también van más allá de la educación. En Chicago, los organizadores locales demostraron lo que es posible, poniendo exitosamente un fin  al contrato de la ciudad con ShotSpotter mediante la organización de coaliciones. Y justo el año pasado, convocamos a cientos de compas de todo el país para profundizar en nuestras estrategias y conexiones para nuestra segunda conferencia de Take Back Tech.

Estas victorias nos recuerdan que la resistencia funciona. Por cada herramienta de opresión que intenten esgrimir contra nosotros, estamos preparados para encontrar una forma de educar, movilizar y contraatacar.

Mantente Presente y Preparado para lo Que Viene Después

Si pasaste algún tiempo recorriendo tus redes sociales el día de la inauguración, es probable que una dolorosa verdad se haya colado entre el ruido: Los próximos cuatro años nos van a poner a prueba como nunca antes. El ascenso de la alianza autoritaria de las grandes tecnológicas, propiciado por el regreso de Trump y la ascensión del movimiento MAGA, es un escalofriante recordatorio de lo mucho que está en juego, para nuestro planeta, nuestra privacidad y nuestras comunidades.

Pero si algo nos ha demostrado nuestra historia es que sabemos cómo defendernos. Hemos resistido a máquinas de deportación, hemos sacado a la luz contratos de vigilancia y hemos unido a cientos de personas para hacer frente a los daños del poder incontrolado de las grandes tecnológicas. Estas luchas no fueron fáciles, y el camino que tenemos por delante tampoco lo será. Nunca nos hemos echado atrás, y no vamos a empezar ahora.

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