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Resistiendo Chianita y el ay bendito: el trabajo antirracista es clave para un mejor Puerto Rico

Compañeras trabajadoras antirracistas comparten en una ceremonia ancestral, “África en mi piel, África en mi ser” en agosto 2016. Foto: Welmo Romero Joseph, 2016 

Introducción

En 1992 la distinguida educadora antirracista natural de Aguadilla, Puerto Rico, María Reinat Pumarejo y Raúl Quiñones Rosado, de San Sebastián, fundaron la organización comunitaria Colectivo Ilé, cuya misión es fortalecer el trabajo antirracista y generar alianzas a través de la sociedad para afirmar la negritud de Puerto Rico y erradicar el racismo institucional, cultural e individual en la isla. Desde entonces, Colectivo Ilé es una de las únicas organizaciónes puertorriqueñas con la misión principal de erradicar el racismo en el país por medio de conversatorios y espacios construidos para que cada participante haga una introspección personal y descolonizadora. Sin embargo, en un país donde generalmente el pueblo rechaza la idea de que existe racismo, parece que este trabajo no tiene fin. En Puerto Rico somos pocas las personas que hacemos trabajo antirracista, y son muchos los que nos reaccionan llamándonos “negros acompleja’os” y argumentan que “la población de Puerto Rico está compuesta por gente que tiene la misma proporción de tres razas (blanca, negra e indígena)”, manteniendo un ambiente ideal para que el racismo se incube. En este ensayo utilizaremos como metáfora y ejemplo, el personaje Chianita gobernadora y los acontecimientos más recientes acerca del asunto para aducir que el trabajo antirracista es decisivo para el progreso sociocultural y económico de Puerto Rico.

Recientemente, Colectivo Ilé y personas no afiliadas a esta organización se unieron de múltiples maneras para denunciar la posibilidad del “renacimiento” del personaje Chianita gobernadora de la actriz Ángela Meyer por su aspecto racista y ofensivo. El origen de Chianita se remonta al año 1974 como personaje de la telenovela, “El Hijo de Ángela María”. Para llevar a cabo el personaje, Ángela Meyer, quien es una puertorriqueña y argentina de tez blanca, se pintaba su cara de negro y usaba una peluca de pelo rizo. Chianita no era negra: era blanca pintada de negra. Se puede concluir que en un país caribeño como Puerto Rico fue demasiado laborioso para los directores de reparto encontrar mujer negra para jugar el papel de una negra. Se supone que era mucho más fácil pintar la cara de la señora Meyer de negro, aunque es alérgica al maquillaje. Al público, mejor decir que una parte de la población, le encantó tanto que Ángela Meyer siguió haciendo presentaciones del personaje a través de Puerto Rico y en otros programas de televisión. Hace unas semanas, Ángela Meyer explicó desde su cuenta de Facebook la posibilidad de traer de nuevo el personaje Chianita gobernadora al entretenimiento puertorriqueño. Sin embargo, después de un tumulto adecuado encabezado por Colectivo Ilé, Afrodescendencia Puerto Rico Inc., entre otros, Univisión USA ordenó la cancelación del programa en el que Meyer pretendía presentar a Chianita gobernadora.

Cuando Ángela Meyer anunció por su cuenta personal de Facebook que el personaje Chianita gobernadora ya no será parte del entretenimiento de Univisión por “culpa” del reclamo “anti-blackface”, sus fanáticos nos dijeron “negros acompleja´os”, “chorro de ridículos”, y de seguro, “cabrones”. Son palabras ignorantes. Son palabras que dicen nenes de mami y papi que hacen pataletas. Son palabras con poca sustancia y, en este caso, esas palabras son tan violentas como el racismo. Demuestran un pueblo que, aunque tanto dice que “quiere un mejor Puerto Rico”, no le interesa mejorarse. Mucho ruido, pocas nueces.

Por lo tanto, lamentablemente la reacción del público no fue nada fuera de lo común. Es decir, que cuando uno lucha contra el racismo en Puerto Rico, muchos puertorriqueños, sin duda, se juntan como nenes del kínder a decirle la famosa palabra “acompleja´o” y descartar a la violencia que sus compatriotas negros (o ellos mismos sin darse cuenta) sufren, en lugar de cuestionarse del acto considerado como ofensivo y racista. Quizás si en lugar de hacer pataleta el boricua sin conciencia racial escuchara a su compatriota negro y se cuestionara el racismo que denunciamos los afroboricuas, empezaría a cuestionarse de todo. Como por ejemplo, ¿porqué tenemos una crisis económica sin precedentes? en lugar de aceptarla por tradición, quejarse y esperar un mejor Puerto Rico.

¿Quién es el verdadero acompleja’o?

Para contestar esta pregunta, analizamos el contexto histórico del blackface y los recientes acontecimientos de Chianita con respecto al estatus colonial de Puerto Rico. El blackface, tanto como el término como su práctica, se origina en los Estados Unidos. En su estudio de investigación titulado Behind the Burnt Cork Mask, el Dr. William J. Mahar contextualiza la historia del blackface como práctica que se cuaja a mitad del siglo XIX previo a la guerra civil estadounidense. En su libro, el Dr. Mahar provee varios argumentos para el surgimiento de estas representaciones: surgieron por motivos políticos y fueron el resultado de una sociedad a la que hacía falta una identidad nacional durante un tiempo prebélico: “Minstrelsy [which in this case involves blackface mistrelsy], was a comercial venture created for a mass market at a time when the United States lacked a definable national culture [in comparison to European counterparts]…”. Es decir, que las representaciones juglares se manifestaban como recursos para capitalizar entre una crisis de identidad nacional. A través del estudio, el Dr. Mahar menciona la importancia de mantener el statu quo sociopolítico de los Estados Unidos y el rol que tomaron los actores blancos pintados de negro. El profesor Chad E. Seales explica, a través de su trabajo de investigación desde el contexto de la conexión entre la religión y la economía, que la iglesia evangélica mantenía el blackface de aquellos tiempos con el propósito de mantener sus creencias de raza, estatus social y género, en otras palabras, la situación de aquel presente. Los distintos trabajos de los estudiosos Seales y Mahar coinciden en el contexto social.

Distinguimos a Puerto Rico como la colonia y los Estados Unidos como el imperio; hay una diferencia y, sin embargo, también existe una conexión. La conexión cultural más obvia entre Puerto Rico y los Estados Unidos es la lingüística. Ya que el bilingüismo (español e inglés), ha existido por años en Puerto Rico, muchos de los trabajos y las lecturas que asignan profesores de las universidades públicas están escritas en inglés. No todos los puertorriqueños que asisten a las universidades públicas saben leer el inglés, mucho menos el inglés académico. Se puede argumentar entonces, que la presentación de materia complicada y cargada en la lengua segunda (o extranjera) de la mayoría de los estudiantes es síntoma del mismo problema que enfrentaba en aquel entonces el nuevo imperio: la academia puertorriqueña enfrenta a una crisis de identidad. No representa al pueblo “como tal” porque no es accesible para todos. Igual que la necesidad de los blancos estadounidenses que lucharon por desarrollar una identidad nacional por medio de la juglaría de blackface, Puerto Rico lucha con distintas crisis de identidad vinculadas al estatus colonial.

Han dicho los fanáticos de Ángela Meyer que Puerto Rico debe mantener a Chianita gobernadora como parte del folclor puertorriqueño porque es tradición. Esta es la postura ilustra que el trabajo antirracista conlleva desafiar: que la identidad de los puertorriqueños va más allá de la perspectiva generalizada de que “si es tradición, tiene que ser bueno”. Al aprender a cuestionar la tradición cultural desde nosotros mismos, podemos colectivamente empezar a cuestionar nuestra “tradición política” como colonia desde una perspectiva internacional. Hablar de opresión no es ser acompleja´o; callarse y seguir en el “ay bendito” sin reposo sí lo es. En una colonia, la persona insegura y más colonizada se calla porque quien calla, otorga; y cuando el colonizado otorga hace que el colonialismo se profundice.

¿Puerto Rico es la isla del ¨ay bendito¨?

La víctima más vulnerable del abuso es la que ni siquiera es capaz de nombrar el abuso. El mejor ejemplo del abuso sin nombre es la emigración de los latinoamericanos a los Estados Unidos. He trabajado en varias organizaciones que trabajan directamente con personas, mayormente de ascendencia indígena, que emigran de países latinoamericanos en busca de oportunidades en los Estados Unidos. “Mi país está mal”, me dijo un caballero salvadoreño de 45 años mientras me pedía recursos educativos para sus hijos. Me explicó de la violencia y el hambre, pero – como otras personas latinoamericanas – nunca dijo que fue por culpa del capitalismo que resulta como efecto directo del imperialismo estadounidense (y aun todavía hasta hoy por el imperialismo colombino, español, inglés, portugués y francés). Puerto Rico no es la excepción: a falta de entender el contexto histórico del abuso de parte del imperio y cómo transciende el capitalismo, el pueblo se hace vulnerable.

Muchos puertorriqueños entienden que Puerto Rico está en crisis económica, pero no entienden lo qué es la crisis. Es decir: no saben nombrar la situación de una nación que tiene más puntos de droga que escuelas públicas, o más tiendas de Wal-Mart por milla cuadrada que cualquier estado de los Estados Unidos. Para aclarar: las grandes empresas como Wal-Mart y la falta de inversiones en educación es abuso contra la población gracias al sistema colonial capitalista. Cuando se presenta a Puerto Rico como la colonia que es, el pueblo rechaza la idea de ser una colonia y lo nombra simplemente “territorio” o “Estado Libre Asociado”. No se analizan las implicaciones del “no tenemos ni médicos ni maestros” más allá de que como dijo el señor salvadoreño: “está mal”. Concretamente no hay suficientes médicos ni maestros para el pueblo, pero si analizamos la situación entendemos que es efecto del colonialismo estadounidense, la situación actual y política. Muchos puertorriqueños no reconocen este colonialismo en su naturaleza completa y mucho menos el capitalismo que usa el racismo entre la nación y que impone los Estados Unidos, como su fuerza impulsora.

Puerto Rico es nación afrodescendiente

María Reinat Pumarejo me explicó perfectamente en una conversación que, de hecho, no todos somos negros, pero todos somos afrodescendientes. Es decir: Puerto Rico es un país afrodescendiente. Hablando sin rodeos, el imperio entiende a Puerto Rico como una isla salvaje, de negros. La negritud de Puerto Rico desde la conexión entre Puerto Rico como colonia y los Estados Unidos como imperio ha sido y es política, social, y económica. Aunque en Puerto Rico hay personas blancas como Ángela Meyer, que tienen privilegio social por ser blancos, Puerto Rico es un país afrodescendiente, una colonia afrodescendiente. El componente principal del colonialismo contemporáneo es el capitalismo, el cual surge cuando se fortalece el racismo institucional. Malcolm X lo dijo bien, “no hay capitalismo sin racismo”. La raíz del racismo en Puerto Rico se remonta a los tiempos de la esclavitud negra en Puerto Rico. Nació el capitalismo cuando se estableció la esclavitud. Cuando llegaron los terroristas estadounidenses en 1898, llevaron otra capa oculta de un tejido socioeconómico vinculado a la modernidad capitalista. En su artículo de investigación, Blai Collado – periodista y pensador sociopolítico – sostiene que no hay capitalista sin racismo, además de presentar la conexión entre el racismo y el capitalismo que requiere de un enfoque diverso de tantos agentes.

“La combinación entre una crisis que es endogámica en el sistema capitalista y una creciente extensión de la discriminación [racial] no es casual, sino causal. En los períodos de crisis, una de las armas más afiladas del capitalismo ha sido la división de las personas a través de la justificación y la ejecución de la discriminación. La discriminación justifica unas condiciones sociales precarias a la vez que sirve como excusa para justificar la precariedad de determinados sectores de la sociedad. La discriminación abierta y encubierta es propiciada por la mano invisible de los mercados capitalistas.” – Blai Collado

Para volver a relacionar la cita al contexto de Puerto Rico, la representación racista de Chianita gobernadora y cualquier otra representación racista en los medios de comunicación de Puerto Rico “inferioriza” al que es considerado salvaje, en este caso el negro. Por tanto, sostiene y legitima la desigualdad socioeconómica y política. Tales actos irrumpen en la construcción de relaciones multiculturales al interior de la nación.

El investigador y estudioso Dr. Agustín Lao Montes explica por medio de sus investigaciones sobre la revolución haitiana implícitamente en Cartografías del campo político afrodescendiente en América Latina la conexión entre el capitalismo y el colonialismo. Menciona que la revolución haitiana (1796-1804) fue la semilla sembrada para llevar a cabo un movimiento anti sistémico en las Américas mediante el que los negros haitianos se liberaron del colonialismo francés y de la esclavitud.

lo que a su vez marcó el nacimiento de la política negra como dominio explícito de identidad y derechos, y como proyecto de emancipación. Se puede argumentar que las revueltas modernas de esclavizados fueron el pilar de una constelación de luchas que constituyeron la primera ola de movimientos anti sistémicos en la modernidad capitalista.” – Lao Montes

La revolución haitiana se menciona, pero no se estudia suficientemente a través de los movimientos descolonizadores en Puerto Rico. Igual que muchos puertorriqueños creen que no hay racismo, muchos puertorriqueños de la izquierda no entienden el racismo como herramienta absoluta de la colonia. Hablan del socialismo, pero no del “socialismo negro”. Resulta que entienden a Puerto Rico a la inversa, como un “país criollo” sin la necesidad de proponer un socialismo que considera el estatus sociocultural y económico del negro puertorriqueño.

Conclusión

Chianita gobernadora y el suceso acerca del tema son la metáfora perfecta de la colonia. Ella es una caricatura burlona, igual que el colonialismo, y el pueblo desinformado la ama porque no entiende el daño que hace (y tampoco escuchan a quien opta por explicarles). La ensayista y autora destacada por sus investigaciones sobre el racismo y la negritud en Puerto Rico, Yolanda Arroyo Pizarro, nos recuerda desde su cuenta de Facebook que, en los años 70 – los años de gloria de Chianita – “si eras negra y querías hacer algo importante para el mundo, surgía la consabida comparación ‘¡ay dio’, mírala ella, quiere ser como Chianita!’”. La ironía es que el boricua reconoce a Chianita como negra, pero el verdadero negro puertorriqueño es dizque “dominicano” (es decir, no existe en Puerto Rico). Además, no pueden nombrar una persona puertorriqueña negra consumada, (¨¡Chianita sí, Antonia Pantoja no!¨). Esa marginación-borradura del negro puertorriqueño es la metáfora del fracaso de los movimientos independentistas, que no tocan ni educan a las poblaciones más marginadas de Puerto Rico por un guille ciegamente clasista. Los distintos movimientos mayormente izquierdistas en Puerto Rico abogan para descolonizar a Puerto Rico, pero pocos tocan el tema del racismo como parte de su trabajo, y es el fracaso principal de todos.

Es entendido que en Puerto Rico hablar del racismo te hace divisivo. La realidad es lo contrario: el racismo divide y el trabajo antirracista une al pueblo para tener una conciencia lista para manifestar el progreso social. Este progreso social es necesario para cada uno, no solamente para los que citan a Betances y Albizu Campos, llevan camisetas con el rostro de Che Guevara y andan diciendo que hay una sola raza, la raza humana así que los negros no tienen por qué quejarse… lalala ñeñeñe. Es por eso que, por lo general, los izquierdistas que no tienen una conciencia racial ni cuestionan el por qué en la conmemoración del Grito de Lares del 2015 se podía contar utilizando los dedos la cantidad de personas (obviamente) negras participando del evento. Es decir que la conciencia política es de personas socialmente privilegiadas, y gracias a la esclavitud mucho de ese privilegio tiene color, y “está claro” el problema.

Un pueblo sin conciencia elige desastres. En fin, defiendo que el trabajo antirracista es el trabajo más importante del movimiento descolonizador porque actos como el entierro simbólico de Chianita gobernadora llevado a cabo por profesionales antirracistas nos requiere cuestionar la tradición y el status quo, y nos implica a entender mejor cómo se trasciende el capitalismo, la fuerza impulsora del colonialismo estadounidense, el cual nos ha tenido en una crisis de 118 años y contando en la colonia afrodescendiente.

Bibliografía

Collado, Blai. “No Hay Capitalismo Sin Racismo.” Nuevatribuna. N.p., 06 Aug. 2015. Web. 07 Nov. 2016.

“Contexto Histórico Del Blackface: Por Que No Somos Diferentes En Colombia.” AfroEstilo. Afro Estilo Http://afroestilo.com/wp-content/uploads/2016/03/logo-afroestilo-website.png, 07 Oct. 2015. Web. 05 Nov. 2016.

Lao Montes, Dr. Agustin. “Cartografias Del Campo Politico Afrodescendiente En America Latina.” Universitas Humanisticas 68.68 (2009): n. pág. Editorial Pontifica Universidad Javeriana. Web. 08 Nov. 2016.

Mahar, William J. Behind the Burnt Cork Mask: Early Blackface Minstrelsy and Antebellum American Popular Culture. Urbana: U of Illinois, 1999.

Seales, Chad E. The Secular Spectacle: Performing Religion in a Southern Town. New York: Oxford UP, 2013.

Dorothy Bell Ferrer, también conocida como Chachi Yaniré, escritora y defensora de derechos humanos, afrocaribeña.